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Las parteras y la muerte

Estos días llenos de ofrendas, cempasúchil, copal, papel picado, muerte y recuerdos...

México se llena y se une en celebración de las que ya se fueron, esperando su visita, honrando su vida y su paso por este plano terrenal.




En estas fechas más que nunca recuerdo que la partería es estar en contacto con la vida y con la muerte todo el tiempo. La dualidad nos es conocida, nos acompaña, nos abraza y a veces nos rebasa.

En varias culturas, la partera era la que ayudaba a bien nacer y también ayudaba a bien morir, somos nosotras las que permanentemente nos encontramos en la puerta de la vida y la muerte.


En muchas cabezas se asocia la partería a mayor riesgo, mayor tasa de muerte (de mamá y bebé) y mayores complicaciones. El anunciarle a tu familia que tendrás un parto en casa con partera te hace blanco de críticas, de miradas y comentarios y casi nunca lleva a festejo y júbilo. A pesar de que en muchos estudios se comprueba que la atención por parteras en casa es más segura para mujeres sanas que la atención por obstetras en hospital e igual de segura para bebés sanas/os, la mayoría de personas creen lo contrario.


Entonces, en esta lucha de las parteras por informar y corregir la visión que se tiene de nosotras, ¿cómo hablar de la muerte que sí es parte de nuestro trabajo aunque nuestra atención es muy segura? ¿Cómo tener una conversación honesta sobre la muerte de bebés, la muerte de mujeres, cómo decir que en la vida hay riesgos cuando la sociedad sólo espera que alguien se muera en nuestra atención para decir que fue culpa de la partera y que nuestra labor es peligrosa?


Las parteras somos las profesionales de salud que atendemos mujeres sanas con bebés sanas/os. Las mujeres con patologías están mejor acompañadas por un/a obstetra. A las mujeres sanas se les dice "de bajo riesgo" y la calificación de riesgo merece un artículo aparte. Pero lo que implica es que hay un riesgo siempre porque es imposible quitarnos todos los riesgos en la vida. Y el tener hipertensión, por ejemplo te agrega riesgos en el embarazo (y en la vida). Mujeres sanas con bebés sanas/os tienen poco riesgo de complicaciones y/o muerte en embarazo, parto y posparto pero desde la Secretaría de Salud el discurso predominante suele ser "todo se puede complicar en cualquier momento". Estrictamente hablando así es. La vida siempre se puede complicar en cualquier momento. Hace poco atendí el parto de una mujer y todo fue felicidad y al día siguiente se murió la abuela de su pareja y ya nada fue felicidad. La vida da vueltas y así es. Nadie controla eso y es absurdo culpar a las parteras por TODO lo que pasa en la vida de las mujeres que atendemos. Pero para el sistema médico hegemónico es el argumento para amedrentar a las mujeres, amenazar a las parteras y trabajar para que todos los partos de todas las mujeres se lleven a cabo en hospitales, donde hay mayor violencia, mayor maltrato emocional y varios riesgos para mujeres y bebés aumentan. La discusión de qué lugar es el mejor para parir también es para otro escrito pero quería mencionar estos datos para el encuadre de este post.


Y aunque atendamos a mujeres sanas, estemos capacitadas en emergencias obstétricas y hagamos un traslado eficaz, hay bebés que se mueren. Hay bebés que nacen, no respiran, empezamos maniobras de reanimación, trasladamos al hospital que habíamos planeado para traslados de emergencia, reciben apoyo mayor del que podemos dar en casa y a las pocas horas fallecen. Hay partos en los que todo se ve sano y en un momento dado dejamos de escuchar la frecuencia cardiaca del/a bebé y nace muerta/o. Hay embarazos que siguen su curso sin novedad y de repente la mujer deja de percibir movimientos de su bebé, viene con nosotras y no hay latido cardiaco. Hay gestaciones donde, sin factor de riesgo aparente, la mujer empieza a sangrar, a tener cólicos y termina en aborto espontáneo. Después siempre siguen trámites y más trámites, culpas y más culpas, amenazas y más amenazas - de parte de las familias, de los hospitales, de autoridades sanitarias.


Yo recuerdo una muerte donde hubo una autopsia sin autorización de la familia, las autoridades le dijeron a la madre que ese era el protocolo y que "entendemos pero así es el proceso". Exactamente lo mismo dicen en los partos, que te van a tratar como una receta porque así es el proceso. Y van a encoger los hombros y seguir con su vida. Así como nuestra cultura no se preocupa por un buen parir y un buen nacer, así tampoco le interesa un buen morir aunque cada año el papel picado y los altares inunden casas, calles y panteones.


Hablar de la muerte y la partería es tan necesario como es doloroso. En nuestro modelo, las mujeres están en el centro, tenemos una relación con ellas, las acompañamos en momentos y transformaciones importantes de sus vidas y cuando ocurren muertes, el golpe es inmenso, también para nosotras. Muchas parteras no tienen herramientas para acompañar la muerte y muchas que sí las tienen, no tienen la oportunidad de usarlas porque como la culpable automáticamente es la partera, las familias casi siempre cortan contacto con ella. No hay oportunidad de acompañar, de abrazar, de hablar y volver a hablar. De digerir lo que pasó. De integrar en conjunto lo que se vivió en conjunto. El duelo muchas veces es solitario. Y en el mejor de los casos hay tristeza e impotencia. En el peor, amenazas, agresiones y violencia. No solo no hay oportunidad de vivir el luto en conjunto con la familia, acompañándonos mutuamente, sino que la familia o sus familiares o las autoridades culpan a la partera, la amedrentan, la amenazan y a veces cumplen lo que prometen. Toda esa vulnerabilidad sumado al nulo respaldo legal y social que tenemos las parteras, vuelve una muerte especialmente difícil. Hay parteras que después de un suceso así pausan su labor o la abandonan completamente. La falta de red entre parteras también contribuye a que nos podamos sentir solas, sin amparo y sin apoyo.



Haríamos bien en empezar a hablar de la vida y la muerte en la misma frase. Conversar de la partería y la muerte. Mirarles a los ojos a los riesgos. Decidir qué riesgos quiere correr cada una. Aceptar que la vida tiene riesgos. Dejar de culpar a las parteras. Dejar de culpar a las mujeres. Controlar lo que podamos controlar y soltar lo que no. Saber que los procesos de salud son eso, procesos. Y como tales, tienen resultados inesperados a veces aunque todas trabajemos para que sean los que queremos que sean. Tener una conversación honesta sobre complicaciones. Apoyar a que las mujeres tomen decisiones en sus procesos y puedan hacerse responsables de ellas.


Como las parteras que atendemos en casa y las mujeres que paren en casa rompemos las reglas al salirnos del sistema, somos doblemente castigadas cuando hay complicaciones - uno, porque nos salimos del sistema y dos, porque "por nuestra culpa y por salirnos del sistema" hubo complicaciones. Pero nosotras sabemos mejor. Nosotras sabemos a qué estamos dispuestas. Nosotras asumimos nuestro trabajo. Nosotras honramos nuestro compromiso. Nosotras no nos quedamos en discursos simplicistas de culpas. Nosotras entendemos las profundidades del proceso, conocemos la locura de la transformación, nosotras sabemos que faltan palabras para describir nuestro quéhacer. Nosotras no nos la tomamos a la ligera. Nosotras somos humildes ante la grandeza de los procesos que nos toca a acompañar.

Sea vida, sea muerte.































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