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Las Parteras Cansadas
Me llama una amiga Partera: "Oye, estoy en un parto, la mujer está muy tensa, tiene un historial de violencia sexual, siento que eso la puede estar bloqueando en este parto. Tienes ideas para trabajarlo?". Otra me comparte a mi y a otras colegas "Tuve que reanimar a un bebé, está hospitalizado, la madre está tranquila dentro de lo que cabe pero su familia está histérica, le reprochan haber parido en casa y le dicen que no me vea más y que por su culpa, el bebé está en el hospital". Otra: "Tuve una mujer con una hemorragia donde tuve que usar todos los trucos y saberes para pararla, fue un super susto, estoy agotada".
Las Parteras somos las profesionales de salud expertas en acompañamiento de la salud sexual y reproductiva de las mujeres y atendemos partos fisiológicos en casa (aquí hablaré de casa, que es lo que yo y la mayoría de mis colegas en México atendemos. Sé que en muchos otros países hay parteras dentro de hospitales pero hablo de mi y otras que estamos fuera del contexto hospitalario). Hemos existido desde el inicio de la humanidad (y sé que esto es muy vago pero la mayoría de textos históricos hablan y suponen que siempre ha existido una figura femenina al lado de otras mujer en sus procesos de partos, abortos, menstruación, menopausia, infecciones vaginales, etc) y la OMS recomienda que la Partería esté integrada a todos los sistemas de salud para disminuir las tasas de cesáreas (46% como promedio en México), la tasa de intervenciones innecesarias, aumentar la tasa de experiencias positivas en el parto y entonces hacer que las mujeres y sus bebés tengan una entrada óptima a la maternidad y crianza. Suena fantástico, ¿no? Suena a algo que cualquier país debería morir por implementar a la de ya, ¿no?
La realidad está muy lejos de las recomendaciones y de las conversaciones que, en el caso de México, varias instituciones gubernamentales y ONGs tienen sobre Partería. La realidad es que muchos países y México entre ellos, tienen una política muy clara en contra del parto en casa y no apoyan a las Parteras ni a las mujeres que se atienden con esas Parteras fuera del hospital. En muchos lugares no solo no apoyan, sino impiden activamente nuestra labor y el derechos de las mujeres a parir donde y con quien ellas elijan. El acceso a certificados de nacimiento para bebés nacidas en casa es una batalla al igual que el poder garantizar un traslado oportuno: muchas veces las mujeres (y sus Parteras) son recibidas con regaños, malos tratos, atraso en la atención, complicándose a veces más la situación.
Entonces, trabajar como Partera en casa en México es complejo.
Ahora, agreguemos otro factor de complejidad: Pandemia!
Desde Marzo del 2020, que fue cuando empezó la contingencia en México, las Parteras hemos visto mucha más demanda de información sobre nuestro trabajo, y solicitud de servicios de mujeres que iban a atenderse en hospital público pero por miedo al COVID quieren otra opción. Muchos medios nos llegaron a entrevistar, la mayoría en búsqueda de la historia de "la mujer que por el coronavirus ya no quiere ir al hospital, pare con Partera en casa y ahora es feliz". Pero esas historias son escasas.
Si bien sí hay muchas mujeres que ahora quieren información sobre el parto en casa cuando antes no lo hubieran considerado, es complejo tomar esa decisión en el último momento porque parir en casa es, como yo siempre digo, otra religión. Y no todas las mujeres quieren enfrentarse con ellas mismas durante el parto. No todas las mujeres quieren la co-responsabilidad que conlleva parir en casa. Y ciertamente no todas las parejas (hombres en su mayoría) están de acuerdo con un parto en casa, lo cual complica la situación aún más. Y ojalá el motivo de la decisión de parir en casa no fuera el miedo a la otra opción, dejando así el parto en casa como el menor de los males. Es sumamente difícil tomar y asumir una decisión así en el último momento de un embarazo, a lo largo del cual siempre has contado con un parto en hospital. La mayoría de mujeres embarazadas no saben muy bien lo que pasa en un hospital pero saben que alguien se va a "encargar" de ellas y la sociedad siempre les ha dicho que ese lugar es lo seguro, lo bueno, lo normal. Pero parir en casa no es lo mismo pero más amable; es totalmente distinto a la experiencia de un hospital. Es un parto donde las mujeres llevan el ritmo, donde las mujeres toman las decisiones, donde las mujeres transitan el parto en sus propios términos. Y eso es difícil en una sociedad donde como mujer toda la vida te dicen que no debes hacer nada en tus propios términos. En una sociedad que no acompaña ni a las mujeres ni sus cuerpos. Ni tampoco a las Parteras.
Y el parto en sí ya es lo suficientemente complejo, difícil, agotador, interesante, bello, debes estar frente a él con los ojos bien abiertos, el corazón bien dispuesto, el alma bien entregada y la mente bien aguda como para además hacerte cargo de otras cosas. Sin embargo, a las Parteras nos toca lidiar con múltiples factores que, si no existieran o alguien más se encargara de ellos (o "simplemente" más personas se encargaran de sus propias emociones), podrían hacer nuestra vida, nuestro trabajo y la atención a la salud de las mujeres muchísimo más sencillas. Y el embarazo, parto y posparto en sí ya es tan enorme que ni las Parteras ni las mujeres necesitan otro factor de estrés más.
En esta pandemia nos ha tocado trabajar con mujeres más preocupadas, más agobiadas, más estresadas, más víctimas de violencia machista de sus parejas, más ocupadas. Sabemos que la contingencia ha afectado a las mujeres de manera desproporcional, las desigualdades en materia de trabajo, dinero, crianza, trabajo doméstico y tiempo libre se han exacerbado y se han hecho más evidentes aún. La violencia contra las mujeres ha aumentado. Y las mujeres embarazadas no son la excepción.
Tener a una Partera en estos momentos ayuda enormemente.
Las Parteras nos destacamos por dar consultas largas, por tener tiempo para las mujeres y su salud, por dar una atención integral, por trabajar con mente, cuerpo y alma a favor del bienestar de las mujeres entonces muchas nos buscan para contención, para ser escuchadas, para sus partos, para sus abortos, para sus sustos, para sus preocupaciones.
Pero el estrés influye en nuestros procesos fisiológicos, como en el descanso, en la digestión ... y en el parto. Entonces las Parteras, expertas en procesos fisiológicos (y esto va con un saludo para la Secretaría de Salud donde ciertas personas siempre me recuerdan que es muy importante enfocarme en partos y no hacer cesáreas en la cocina) hemos visto muchas alteraciones: partos más largos, más hemorragias, más complicaciones (urgentes y no), más bebés que no respiran, más placentas retenidas. Y aunque la mayoría de las complicaciones se pueden resolver en casa y lo hacemos, se nos echa la culpa. Después de un traslado al hospital por estancamiento (porque eso fue lo que había que hacer para preservar bienestar de mujer y bebé), el marido le echa la culpa a la Partera porque no fue un parto en casa y ella "debió haber previsto" y trasladado antes. Después de una hemorragia, el marido le dice a la Partera que mejor trae a un ginecólogo para supervisar que todo está bien, cuando ese ginecólogo no tiene nada que hacer en casa ni tampoco sabe como se resuelven complicaciones en casa y además la complicación ya está resuelta (y he escrito de lo complejo que puede resultar tener a hombres en parto en casa aquí). Después del nacimiento de una bebé que no respiraba y a la cual la Partera le hizo RCP y trasladó al hospital (porque eso es lo que había que hacer para preservar el bienestar de esa bebé), la mujer dice que fue el peor error parir en casa porque por eso ahora su bebé está en el hospital. Después de otro traslado por estancamiento, el ginecólogo que recibió a la mujer (supuestamente plan B de confianza), difama a la Partera en grupos de whatsapp, diciendo que valoró mal el panorama, que "no hay que llegar a extremos" y que él se ofreció a recibir a la mujer porque nadie más lo hacía (qué héroe), cuando el traslado al hospital se decidió de manera oportuna, mamá y bebé están bien y no hubo complicación urgente.
Esas complicaciones y las reacciones que desencadenan, no solo nos dejan ver que la pandemia está afectando nuestra sociedad en niveles que no estamos logrando dimensionar aún, sino también demuestran el dolor y la incapacidad de hacernos cargo de nuestras emociones como colectivo. El necesitar una culpable siempre - y que esa culpable sea una mujer con una profesión discriminada desde hace siglos - y no asumir los riesgos que una elección hecha por ti como adulta, es triste y es lamentable.

Ahora más que nunca, las Parteras estamos trabajando con las mujeres para que tengan sostén pero también que sepan que ellas son las que paren. Las Parteras no podemos hacerlo por ellas y por eso, el parto en casa es difícil. El sistema de salud infantiliza a las mujeres y entonces las convierte en espectadoras de sus propios procesos, asumiendo que ni saben nada ni deciden nada. Muchas mujeres han aceptado (queriendo o no) ese rol. En casa es distinto. Las mujeres necesitan y merecen la atención de una Partera y nosotras necesitamos que las mujeres se hagan cargo de sus procesos. Las libertades conllevan responsabilidades y es algo que no veo que hablemos lo suficiente. Tal vez porque es complejo, tal vez porque no sabemos como empezar a hablarlo sin lastimarnos, sin que hayan agresiones, tal vez porque vivimos en una sociedad que no nos enseña a reconocer, expresar y articular nuestras emociones. Tal vez también porque esta sociedad tiene mucho miedo a que las mujeres "se salgan del huacal" y entonces cuando algo no va como planeado para esas mujeres, la sociedad les recuerda que fracasaron y que con razón nunca se debieron salir. Tal vez porque la sociedad tiene mucho miedo a las mujeres que les vale madres lo que digan de ellas y entonces siempre hay que echar culpas y no asumir nunca nada.
Me pregunto cómo generar debate al respecto. Me pregunto cómo sentarnos a hablar las Parteras, las mujeres, las familias en medio de esta pandemia mundial donde parece no haber tiempo para construir sino que respondemos a urgencias. Seguimos funcionales. Y el estrés se acumula sin que le demos cabida, espacio, sin que podamos descansar e integrarlo. Las Parteras de por sí somos una profesión donde hay mucho burnout, deserción y problemas de salud relacionados con el estrés - por la naturaleza del trabajo de largas jornadas, la energía requerida para acompañar y contener y la fexibilidad mental para responder a imprevistos. Si le sumamos entonces discriminación social, amenazas legales y violencia patriarcal, tenemos el coctél perfecto para tener Parteras hartas, cansadas de ejercer y entonces mujeres sin opciones.
En estos momentos donde todos los recursos y toda la atención van al COVID, es importante mirar más allá de la emergencia. Es importante hablar de la Partería, no porque ahora más mujeres volteen a ver a las Parteras por miedo de ir al hospital. Sino porque siempre es crucial hablar de la Partería, informar, difundir, discutir, aprender, intercambiarnos, cuidarnos a las Parteras y cuidar a las mujeres.
Y porque cuidar a las Parteras ES cuidar a las mujeres.